Mi "yo filósofo"
Cuando me alejo de mi casa ya sea 1, 2 ó 3 días y, aunque sea a un lugar no muy lejano, pero en fin, logro desconectarme de lo que es la “vida de ciudad” suele pasarme que descubro cosas nuevas sobre mí, o me reencuentro con ese “yo interior” que se encontraba escondido bajo el asfalto de las ensordecedoras calles de Buenos Aires. La cuestión es que considero que cuando uno se aleja de lo que uno es en el día a día, logramos ver las cosas desde una perspectiva distinta de la habitual, lo que hace que seamos capaces de entender mejor ciertas cuestiones y hasta puede ser que logremos comprendernos mejor a nosotros mismos.
Durante esta última escapada se me cruzaron varios temas por la mente y uno de ellos fue el de las “oportunidades perdidas” .El perder una oportunidad, creo yo, es algo que resulta en mayor proporción de una decisión personal; poco es el porcentaje que ocupan los factores ajenos a nosotros mismos porque es uno quien, en definitiva, va a elegir el “sí” o el “no” como respuesta. Es entonces que lo que me interesa no es discutir acerca de qué es lo que nos lleva a tomar uno u otro camino, sino que lo que me resulta controvertido respecto de este tema es una de sus consecuencias más directas e inmediatas que es el hecho de que aquello que era una duda se convierte en certeza y en definitiva de lo que uno se da cuenta es que eso sobre lo que dudaba ya no está al alcance y dejó de ser una posibilidad pasando a ser una definitiva imposibilidad.
Es entonces que aparece el sentimiento: furia, tristeza, ira, o puede que sea hasta un simple enojo pero en definitiva sentimos que algo corre por nuestras venas y que pareciera ser imparable. Acto seguido uno se da cuenta de que hay otra cosa que es aún peor que aquello y que resulta ser más imparable y veloz: el tiempo.
El tiempo es de las pocas cosas sobre las que los seres humanos no tenemos control; y el no tener el control implica que ya no hay más nada por hacer: no queda otra más que afrontar lo que está delante de nosotros y decidir qué vamos a hacer a partir de ese momento porque ya no es posible ver hacia atrás y cambiar lo pasado, y es precisamente ahí en que la oportunidad pasa a ser perdida. En definitiva, creo que es estairretroactividad que lo caracteriza la que tiene que hacer de “despertador” y hacernos dar cuenta que hay ciertas oportunidades en la vida que son únicas y que no podemos dejarlas pasar y que sobre lo que tenemos que tratar de tener mayor certeza es que dicha propuesta es de esas que se nos presentan “rara vez” en el habitué de nuestro camino.
Luego de dicha reflexión, inmediatamente me resultó interesante entrelazar este primer planteo al famoso “aprender a soltar”: cuando ya hay algo que pasó a ser parte de nuestro pasado y sobre lo cual sabemos que no hay mucho más por hacer o sobre lo que vemos remotas oportunidades de generar algo distinto, creo que es importante que seamos capaces de aflojar las riendas y dejar que las cosas sigan su curso natural porque, de lo contrario, lo único que vamos a lograr va a ser el seguir atrapados en ese mundo “sinfín” que creemos que es eternamente bueno, hermoso y verdadero, pero que en realidad no lo es.
Cada cosa tiene su tiempo y la verdad cuando ya pasó el “timing” no tiene sentido apretar el botón de “pausa” y alargarla porque, en algún momento vamos a tener que apretar el “play” para poder ver el final de la película y puede ocurrir que aquello que antes era un buen recuerdo termine siendo algo de lo que no queramos saber nada más. En conclusión:NO ES MALO DEJAR ATRÁS por el contrario, nos permite ampliar nuestro espectro.
Cambiando de tema rotundamente (giro 360°)… ¿No les pasa a ustedes que hay momentos en los que sienten que disienten en varias cosas con personas con las que solían ponerse de acuerdo en el 90% de las cosas? ¿O que ven las cosas desde un punto de vista diferente? … estoy casi segura de que alguna- aunque haya sido una vez- les ha pasado.
A ver, yo no soy psicóloga, ni pretendo hacerme tampoco la profesional ni mucho menos, pero creo que está bueno compartir estos sentimientos simplemente para que nos demos cuenta de que las personas tenemos más en común de lo que creemos y que es “normal”, si puedo así definirlo, el sentirlos. Así que, repito, si alguna vez les pasó lo que pregunté anteriormente, no se sientan tan raros: a muchos nos ha pasado.
Sobre este tema lo que me gustaría recalcar más que nada es el hecho de que cada ser humano es una persona única. Por más que podamos estar de acuerdo o pensar lo mismo que otros en algunas cuestiones, cada uno es único e irrepetible y que es más que habitual que no concordemos en un 100% con algún amigo, familiar o pareja; y hasta es normal también que cambiemos de opinión sobre algo y que ya no compartamos la mirada de aquel con quien solíamos compartirla. En definitiva, las personas somos como el camaleón: cambiamos nuestra personalidad de acuerdo a nuestras experiencias, vivencias, a los conocimientos que vayamos adquiriendo, etc. de manera que podemos llegar a tener tantos colores como haya en el ambiente que nos rodea.
Lo que creo que es importante es que más allá de las diferencias que podamos tener,aprendamos a escuchar al otro, a no ser cerrados y, de nuevo, a escuchar. Preguntémonos ¿Qué sabe o que es lo que él/ella piensa que yo no sé o por qué es que no pienso lo mismo?...
Me parece fundamental que no seamos cerrados pero tampoco debemos dejar que lo que otro nos diga nos haga sentir mal con nosotros mismos o dudar de nuestras convicciones:si uno está seguro de sus creencias y tiene una ideología personal definida, debemos aferrarnos a ella, más allá de todos los “no” que escuchemos - pero repito, también creo que es bueno que nos acoplemos a lo que el otro tiene por decirnos; simplemente aprender a escuchar.
Puede sonar repetitivo, pero de lo que sí estoy segura es que si uno se siente bien con uno mismo: sano de mente, espíritu y físicamente, tenemos que tratar de seguir el camino que estamos transitando; siempre aprendiendo lo más que podamos. Algunas cosas que considero que tenemos que mejorar como sociedad es que debemos aprender a amar más el mundo en el que estamos y dejarnos sorprender más por él; aprender a querernos a nosotros un poquito más, tratando siempre de mejorar y de cambiar aquellas cosas que no nos hacen crecer como personas.
Por último, creo que es esencial que adoptemos el rol de filósofos de nuestras vidas,preguntando y cuestionándonos acerca de todo y no tomando nada por sentado; y tratar siempre de encontrar las respuestas por nosotros mimos. Paralelamente es igual de importante nunca perder de vista a ese “yo interior” que hace a la corteza de nuestro ser. En definitiva, es la base lo que hace fuerte al exterior y lo que va a hacer que no nos derrumbemos en los momentos difíciles.
Les dejo un fragmento de un libro que me pareció interesante: “Aunque las cuestiones filosóficas conciernen a todo el mundo, no todo el mundo se convierte en filósofo. Por diversas razones, la mayoría se aferra tanto a lo cotidiano que el propio asombro por la vida queda relegado a un segundo plano.” (El mundo de Sofía, Jostein Gaarder).
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