¿En qué momento pasamos a medir nuestras vidas por la cantidad de “me gusta” que le ponen a nuestras fotos, por la cantidad de seguidores que tenemos o por quiénes ven nuestras historias? Y así es que me pregunto cómo fue que decidimos entregar nuestra intimidad a un precio tan bajo, en definitiva, de todos los “likes” que tenés, ¿a cuántas de todas esas personas realmente le importas?, ¿son siquiera reales esos me gusta?
Yo misma soy usuaria de las redes sociales y no dejo de impresionarme cómo muchas veces me condiciono a mí misma respecto de lo que subo pensando en el “qué dirán”. Incluso, hay momentos en los que me doy cuenta de qué estúpido es lo que estoy subiendo (al punto de que a veces hasta lo elimino); pero más allá de la autocensura que uno termina haciéndose, creo que lo peor es que te terminás perdiendo a vos mismo. Pasás a vivir tu vida en una burbuja virtual en la que -seamos honestos- sólo le importas al 0,1% de tus seguidores o de tus “amigos” si podría decirse. Para colmo, terminás actualizando a todos tus contactos de tus estados de ánimo, imaginando que de alguna manera te vas a sentir más comprendido, que vas a estar más acompañado pero la realidad es que a nadie le importa y estás más solo que nunca; inmerso en un mundo completamente ficticio.
Nuevamente me surgen las preguntas… ¿Dónde quedaron las miradas reales? , ¿dónde está el compromiso con el otro? Y lo más importante, ¿dónde quedaron los sentimientos reales? Ya pareciera que es costumbre que las relaciones se midan por los me gusta intercambiados.
Pueden pensar que soy una hipócrita en escribir esto porque suelo usar bastante Facebook e Instagram y lo tomo como válido, cada quien es libre de tener su opinión; pero cada vez con más frecuencia me pregunto si alguna vez vamos a poder volver a tener el dominio de nuestras pasiones y deseos de una forma genuina, sin pensar en la última conexión de la otra persona o en si nuestra red de contactos está actualizada diariamente de lo que hacemos.
Espero que el rating deje de ser la barrera de entrada. Mientras tanto mirá a la cámara y sonreí, te están puntuando.
Yo misma soy usuaria de las redes sociales y no dejo de impresionarme cómo muchas veces me condiciono a mí misma respecto de lo que subo pensando en el “qué dirán”. Incluso, hay momentos en los que me doy cuenta de qué estúpido es lo que estoy subiendo (al punto de que a veces hasta lo elimino); pero más allá de la autocensura que uno termina haciéndose, creo que lo peor es que te terminás perdiendo a vos mismo. Pasás a vivir tu vida en una burbuja virtual en la que -seamos honestos- sólo le importas al 0,1% de tus seguidores o de tus “amigos” si podría decirse. Para colmo, terminás actualizando a todos tus contactos de tus estados de ánimo, imaginando que de alguna manera te vas a sentir más comprendido, que vas a estar más acompañado pero la realidad es que a nadie le importa y estás más solo que nunca; inmerso en un mundo completamente ficticio.
Nuevamente me surgen las preguntas… ¿Dónde quedaron las miradas reales? , ¿dónde está el compromiso con el otro? Y lo más importante, ¿dónde quedaron los sentimientos reales? Ya pareciera que es costumbre que las relaciones se midan por los me gusta intercambiados.
Pueden pensar que soy una hipócrita en escribir esto porque suelo usar bastante Facebook e Instagram y lo tomo como válido, cada quien es libre de tener su opinión; pero cada vez con más frecuencia me pregunto si alguna vez vamos a poder volver a tener el dominio de nuestras pasiones y deseos de una forma genuina, sin pensar en la última conexión de la otra persona o en si nuestra red de contactos está actualizada diariamente de lo que hacemos.
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