¿Somos lo que mostramos o mostramos lo que queremos ser?

Hoy en día resulta muy fácil mirar la cuenta de Facebook, Instagram o de Twitter de una persona y creer que conocemos su historia de vida: quién es, qué hace –prácticamente todos los días-, qué piensa, cuáles son sus gustos (ya sean literarios, musicales y –sorpresivamente- hasta culinarios), sus ideologías políticas, religiosas, etc. Pero…¿Podemos realmente afirmar que conocemos a esta persona? ¿O lo que vemos es simplemente el reflejo de una mera imagen?

El punto clave está en entender que lo que estamos viendo a través de las llamadas “redes sociales” es EDITADO: más de una vez las personas editan la información que incluyen en sus perfiles de acuerdo a lo que consideran que va a ser más atractivo o interesante para el resto de las personas; lo cual –debo admitir- no me parece que esté del todo mal en tanto uno debe siempre buscar la mejor versión de sí mismo pero siempre debe haber un límite, y ese límite –creo yo- está en que dicha búsqueda se base en una imagen REALporque cuando nuestro “ser” pasa a ser una versión construida de nuestra persona, a largo plazo, esta fachada que construimos sobre nosotros mismos va a desmoronarse e inevitablemente producir efectos dañinos. Es por eso que debemos aprender a distinguir entre el “perfil en red” de las personas y su perfil real.

Ahora bien, ¿Cómo podemos aproximarnos a una versión más real de las personas?  ...
En primer lugar, más allá de las fotos y de las sonrisas que vemos, resulta de suma importancia  que nos fijemos en el CONTENIDO que se nos está presentando y preguntarnos: ¿Qué es lo que estamos viendo?,  ¿Qué me quiere transmitir esta persona?, y ¿Qué valores –si es que los hay- subyacen a lo que veo/escucho/leo? Porque, en definitiva, si no estamos seguros acerca de los ideales que se están sosteniendo y defendiendo, la verdad es que nunca vamos a llegar a conocer la esencia o sustancia que buscamos.

Una paradoja interesante que gira en torno a esta cuestión es el hecho de que por un lado deseamos la libertad de ser nosotros mismos pero, más veces de las que pareciera, ese deseo se ve condicionado por el miedo a ser rechazado de manera que comprometemos nuestra individualidad. Y es entonces que se produce el mayor de los errores, el cual ocurre cuando dejamos de lado nuestro “costado humano” – si así podemos decirle- o, en otras palabras, cuando relegamos aquellos valoresque nos definen que hacen que seamos un “yo distinto” del resto; es decir, un individuo.

No nos olvidemos que lo que estamos publicando no refleja la realidad directa de nuestras vidas y, más importante aún, no nos dejemos llevar e influenciar por lo que otros suben porque por más que creamos conocer a dicha persona, la verdad es que no tenemos la más mínima idea.

Por último, ¿Cómo podemos alinear nuestra vida con nuestro “verdadero ser” si no sabemos realmente quiénes somos?
            Respecto a esto, leí en un artículo una serie de directivas a tener en cuenta que me parecieron interesantes:
1-    Primero y principal, debemos encontrar nuestros valores: es decir aquellas cosas que más nos importan en nuestros niveles más profundos.
2-    En segundo lugar, debemos conocer nuestras fortalezas, como también nuestraspasiones (aquello que nos emociona o que llama nuestra atención)
3-    Tercero, hay que aprender de nuestras limitaciones: seamos realistas, no podemos ser los mejores en todo, sin embargo no debemos dejar de intentar mejorar día a día aquello que puede cambiarse.
4-    Y, por último, establecer nuestras metas o rumbo de vida: OJO no te preocupes de llegar o no a tu destino, porque en realidad lo que cuenta es el camino que transitamos.

Para terminar- bien a mi estilo- les dejo una frase que escribió Richard Bach en Juan Salvador Gaviota: Somos libres de ir adonde queramos y de ser lo que somos”NUNCA dejemos de valorar la libertad como derecho fundamental porque es en ella que subyace la capacidad del hombre de buscar lo mejor de y para sí. Es a partir de este “ser libre” que logramos conseguir una identidad, el poder decir “SOY”.

 Honestamente pienso que el mundo de hoy es un mundo lleno de distracciones, en el cual muchas veces resulta difícil hallar el equilibrio; pero, justamente, por eso creo que hay que retomar las bases: volver a los valores, a la fuerza de voluntad del hombre de superarse y así enfrentarse en este nuevo mundo sin fronteras. 



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