Punto muerto

Empiezo a sentir la caída libre, pero la verdad es que nunca termino de caer por completo. De repente, siento cómo mi mente se aprisiona en las cuatro paredes que me rodean, cómomis pensamientos se comprimen a la vez que buscan librarse de las cadenas que los condicionan. Luego, vienen las lágrimas. Brotan incontrolablemente por mis ojos sin saber porqué. Mi pecho se cierra. Busco algo de qué aferrarme: primero el aire, pero se esfuma entre mis manos. Voy entonces por cualquier otra cosa que esté a mi alcance, la almohada, mi remera, las sábanas, pero no logro mantener el equilibrio. Busco algo, no alguien y la razón es muy simple: las personas ya tienen suficiente con sus propios problemas, para qué llenarlos con más preocupaciones o con la mierda que me pasa a mí. Como decía, trato de evitar mi caída, pero ya es inevitable ... y caigo. Siento cómo mi interior se desvanece y, por fin, lo acepto y me dejo ir. Soy libre.


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