LUCES EN LA OSCURIDAD
La verdad es que no hay certeza absoluta acerca del futuro y
que todo puede cambiar de un día a otro; más aún cuando constantemente nos
encontramos haciendo promesas que sabemos que no vamos a cumplir. Es casi como
si sostuviésemos de manera infinita esa mirada cómplice, que sabe y que
comprende la mentira de nuestras palabras pero que, sin embargo, se mantiene firme
y deja que aquella promesa siga su curso hasta irremediablemente convertirse en
una promesa incumplida. Pero la vida real se impone: buscamos algo nuevo cada
día sin lograr comprender que en realidad la razón por la cual sobrevivimos es
porque tenemos fe en el otro.
Está bien, puede que
una parte de la vida sea como bien se dice “Todo cambia, nada es permanente”, que
tanto las cosas, como las personas sean finitas, y que todos tengamos nuestra fecha
de vencimiento. No obstante, creo que hay otro lado de la vida que va más allá,
que siempre va a estar con nosotros y resulta ser que es aquello invisible a
los ojos: los recuerdos, las experiencias vividas, las relaciones (ya sean amorosas,
familiares, amistosas.), en definitiva, las personas y el mundo que nos rodea
de manera inmaterial. Ahora, la pregunta es qué vamos a hacer para imponer la
idea de que todos somos el mundo, de que debemos dejar atrás los engaños y
aquellas mentiras que dijimos para así merecer un último aplauso antes de
perdernos en la oscuridad.
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