UNA CUESTIÓN DE PERSPECTIVA

Mi papá siempre me dice “Sol, en la vida hay tres formas de aprender: la primera es estudiando, la segunda escuchando y la tercera golpeándose contra la pared.”

Si bien creo que la manera más significativa de aprender es de los errores que cometemos, más de una vez me he preguntado por qué la mayoría de las veces nos hace falta ese golpe duro para entender ciertas cosas y no somos capaces de prever las consecuencias de nuestras acciones ya sea por lo que uno sabe o por lo que los otros nos dicen. Sí que somos complicadas las personas eh… a veces nos creemos ser tan inteligentes y, sin embargo, seguimos dando pasos en falso una y otra vez.

Ahora bien, una vez que caímos, lo importante está: primero en reconocer nuestra falla, después en encontrar la fuerza para levantarnos, y por último en no quedarnos de brazos cruzados y tratar de hallar una solución ya que definitivamente creo que no existe problema que no tenga solución: es todo una cuestión de perspectiva.

Por último, como dije antes, miles de veces me pregunto por qué carajo hago algunas cosas pero a la vez pienso que posiblemente uno de los peores errores que podemos cometer como seres humanos son aquellos que no cometemos; como escribió Antoine de Saint-Exupéry en El Principito: “Caminando en línea recta uno no puede llegar muy lejos” (cuántas cosas que uno puede aprender de un libro de apenas 111 páginas).



  Así que, si bien -como nos enseñan desde chiquitos- “Mejor prevenir que curar” si lo que nos hace falta es ese golpe o elemento disparador que nos haga abrir los ojos para poder ver cosas nuevas o distinguir a aquellas que siempre estuvieron frente a nosotros, pero que no éramos capaces vislumbrar, sin lugar a dudas prefiero seguir tropezándome y aprendiendo a levantarme: no hay peor dolor que el darse cuenta que en vez de morir viviendo uno vivió muerto. 


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