TIEMPO PERDIDO

No sé si a ustedes les pasa, pero la mayor parte del tiempo vivo pensando en las cosas que pasaron o en lo que se está por venir tratando de anticiparme a las consecuencias de aquello que parece inevitable.



“Aprovechá el día”, “viví el hoy”… frases que se repiten una y otra vez como si fuesen leyes absolutas de la vida; sin embargo, yo sigo cuestionándome por qué me cuesta tanto adoptarlas. ¿Por qué no puedo disfrutar del sol de la mañana sin pensar en la luna que se asomará a la noche? ¿Por qué, por un minuto, no puedo abstraerme de mi mente y ser de esas personas que se dejan dominar por las emociones más que por la razón? Con esto no quiero decir que en la vida todo se tiene que hacer de manera impulsiva, pero sí creo que hay que tratar de integrar ambos mundos, el de la emoción con la razón. El balance es la clave: hay veces que uno tiene que pensar dos veces antes de hacer algo pero hay momentos en los que tenemos que saltar del avión aunque no tengamos un paracaídas. Como leí ayer en una revista: “Priorizar o adoptar un único camino, así como no considerar la necesaria confluencia de ambas aguas, nos agota, nos limita, nos acota la evolución. Pensémoslo y sintámoslo. Probablemente nos estemos perdiendo de algo”. (Lo más irónico es que mientras escribo esto estoy pensando qué voy a hacer después.)



 El gran desafío está en dejar de correr atrás del tiempo porque lo que pasó ya pasó: laguerra del tiempo es una batalla perdida. Igualmente no debemos olvidarnos de todo lo sucedido porque es por lo que uno hizo ayer que está en el lugar donde se encuentra hoy.Aprender a soltar no significa olvidar, sino ser capaces de recordar aquellas cosas sin que nos sigan haciendo daño o que nos impidan dar el próximo paso.
 Sé que es algo que no va a cambiar de un día a otro porque ya van veinte -casi veintiún años- que soy así. El secreto, yo creo, es entender que cada día es único. Pensar que todos los días son idénticos puede llegar a convertirse en una trampa ya que cada mañana trae un milagro escondido al que debemos prestarle atención; cada una de las veinticuatro horas que pasa no se va a volver a repetir: cada segundo que corre es un segundo muerto y por más que queramos, la aguja del reloj no vuelve hacia atrás. LA VIDA es la mayor aventura del hombre; el retrato cotidiano al que nos enfrentamos día a día.


Bueno, no quiero seguir dando vueltas con esto asique me voy a tachar algo más de la lista de cosas que me armé para hacer hoy.  ✓


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