1 minuto
Pensá por un minuto en tu vida, en las experiencias que viviste hasta el día de hoy: tanto en las cosas que aprendiste como en los errores que cometiste. Ahora, si tuvieras la posibilidad de escribirte una carta a vos mismo en cualquier punto de tu vida, ¿Qué te dirías?, ¿Qué consejos te darías?, ¿Te advertirías de aquellos “males” próximos a venir, de aquellos errores que pudiste haber evitado? …
En respuesta a esto, creo que la mayoría de nosotros en principio atinaríamos a responder un definitivo sí: ¡Pues claro! Mirá si no me voy a advertir de todo mal que pude haber evitado, de callar aquellas cosas que no debí haber dicho o por el contrario, de decir todo aquello que callé. Sin embargo, después de haberlo pensado por un tiempo, creo que el eje para tratar de responder estas preguntas no debe pasar por nuestras equivocaciones; en términos concretos, soy partidaria de la filosofía de que “de los errores se aprende” y por ende, si nunca en nuestras vidas nos tropezamos, la verdad es que no vamos a aprender a caminar: el caer y levantarse son partes inescindibles de dicho aprendizaje. Así y todo, es que debemos centrarnos en otra cuestión: obligarnos aREFLEXIONAR SOBRE NOSOTROS MISMOS.
Al respecto, es a través de la reflexión que alcanzamos un mayor conocimiento y desarrollo personal y en definitiva es esto lo que todos buscamos. Por eso, si yo pudiera escribirme una carta a mí misma, no plantearía aquello en lo que me equivoqué, por el contrario, me haría preguntas que me hicieren cuestionarme acerca de mi ser y de mi lugar en el mundo:¿Quién soy?, ¿Quién te gustaría ser?, ¿Qué estás haciendo para lograr ese objetivo? …¡Sí que no son fáciles de responder estas preguntas! No obstante, tardemos lo que tardemos, creo que vale la pena al menos planteárnoslas de vez en cuando; buscar conocernos a nosotros mismos, observarnos y reflexionar sobre nuestros sentimientos, emociones y actitudes es muy importante para luego abordar de la mejor manera posible los diferentes momentos y situaciones que se van a presentar a lo largo de nuestras vidas.
En definitiva, no tomemos por sentado las cosas, no generalicemos todo y más aún, no dejemos de dudar del presente en el que vivimos. Si hay algo que no debería faltar en LA CARTA es, como expresó Walt Whitman: “Aprende de quienes pueden enseñarte. Las experiencias de quienes se alimentaron de nuestros “Poetas Muertos”, te ayudarán a caminar por la vida. La sociedad de hoy somos nosotros, los “Poetas Vivos”. No permitas que la vida te pase a ti, sin que tú la vivas.”(Carpe Diem).
En respuesta a esto, creo que la mayoría de nosotros en principio atinaríamos a responder un definitivo sí: ¡Pues claro! Mirá si no me voy a advertir de todo mal que pude haber evitado, de callar aquellas cosas que no debí haber dicho o por el contrario, de decir todo aquello que callé. Sin embargo, después de haberlo pensado por un tiempo, creo que el eje para tratar de responder estas preguntas no debe pasar por nuestras equivocaciones; en términos concretos, soy partidaria de la filosofía de que “de los errores se aprende” y por ende, si nunca en nuestras vidas nos tropezamos, la verdad es que no vamos a aprender a caminar: el caer y levantarse son partes inescindibles de dicho aprendizaje. Así y todo, es que debemos centrarnos en otra cuestión: obligarnos aREFLEXIONAR SOBRE NOSOTROS MISMOS.
Al respecto, es a través de la reflexión que alcanzamos un mayor conocimiento y desarrollo personal y en definitiva es esto lo que todos buscamos. Por eso, si yo pudiera escribirme una carta a mí misma, no plantearía aquello en lo que me equivoqué, por el contrario, me haría preguntas que me hicieren cuestionarme acerca de mi ser y de mi lugar en el mundo:¿Quién soy?, ¿Quién te gustaría ser?, ¿Qué estás haciendo para lograr ese objetivo? …¡Sí que no son fáciles de responder estas preguntas! No obstante, tardemos lo que tardemos, creo que vale la pena al menos planteárnoslas de vez en cuando; buscar conocernos a nosotros mismos, observarnos y reflexionar sobre nuestros sentimientos, emociones y actitudes es muy importante para luego abordar de la mejor manera posible los diferentes momentos y situaciones que se van a presentar a lo largo de nuestras vidas.
Paradójicamente, el escribirle a tu “yo del pasado” termina convirtiéndose en una reflexión del “yo presente”.
En definitiva, no tomemos por sentado las cosas, no generalicemos todo y más aún, no dejemos de dudar del presente en el que vivimos. Si hay algo que no debería faltar en LA CARTA es, como expresó Walt Whitman: “Aprende de quienes pueden enseñarte. Las experiencias de quienes se alimentaron de nuestros “Poetas Muertos”, te ayudarán a caminar por la vida. La sociedad de hoy somos nosotros, los “Poetas Vivos”. No permitas que la vida te pase a ti, sin que tú la vivas.”(Carpe Diem).
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